¿Sabías que existen murciélagos blancos como
el algodón? Pues te presentamos al Ectophylla
alba, un pequeñín de alcanza si acaso los 4 centímetros y que pesa apenas 7
gramos. Son como bolitas de algodón que durante el día se refugian en unas “carpas”
que ellos mismos construyen.
Este peculiar murcielaguito que habita en las
zonas húmedas de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y el occidente de Colombia, tiene un pelaje de color blanco, son como
bolitas albinas a excepción de sus orejas, su nariz y sus patas que son de un
bonito color amarillo. Y es capaz de cortar las grandes hojas de plantas como
las platanillas y bijaguas de manera de construir una especie de tienda de
campaña vegetal para protegerse. De esa manera se camuflan, pues al tener el
pelaje blanco y esconderse dentro de las hojas verdes pasan desapercibidos no
sólo para sus depredadores sino también se protegen de la lluvia y del sol
tropical.
Durante las noches los murcielaguitos de
algodón se agitan y salen volando de sus refugios en busca de su alimento:
frutas, especialmente higos que son sus favoritos.
Viven en comunidades de aproximadamente 10
miembros. Pero ocurre algo curioso, cuando el Ectophyllia alba tiene crías (una
madre de esta especie puede tener hasta 2 bebés murciélagos al año) la pequeña
colonia cambia su distribución, pues al nacer las crías solamente se quedan las
hembras y un único macho a habitar en ella; esta es la razón por la que a veces
se pueden encontrar también colonias exclusivamente conformadas por machos.
Las
crías del murciélago blanco llegan a este mundo con el pelaje grisáceo y son
capaces de volar a partir de los 20 días de nacidas. Cuando alcanzan los 35
días ya son similares en tamaño a sus padres y también gozan de ese color característico blanco del pelaje de los
adultos de esta especie.
¿No son maravillosos?
Vaya criaturitas tan bonitas, inteligentes y maravillosas.
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