Rana Túngara (Physalaemus pustulosus)
Existe un sabio dicho popular que reza: “le
metieron gato por liebre”, el cual se refiere aquellos sujetos cuya ingenuidad los
lleva a confundir una cosa con otra muy distinta. Tratándose de comida esto es
delicadísimo, pero ya sabemos que el gato por liebre se aplica (la aplicamos
los humanos y nos la aplican constamente) en los más diversos escenarios. Sin
embargo, un reciente estudio llevado a cabo por un equipo de científicos del Smithsonian
Tropical Research Institute de Panamá ha demostrado que a los murciélagos no
hay forma de confundirlos para hacerles creer que comerán gatos mientras juran
que son liebres.
En el mencionado estudio se utilizaron
murciélagos de labios con flecos (Trachops cirrhosus) y ranas túngaras (Physalaemus
pustulosus), quienes en la selva panameña, noche a noche, llevan a cabo una
escena característica de la cadena alimenticia y donde casi siempre resulta
victorioso el mamífero alado. Pero la pregunta es: ¿Cómo hacen los murciélagos
para no confundir su deliciosa presa con otras ranas y sapos venenosos similares
en forma y tamaño que pululan por la jungla panameña? Y la respuesta es:
gracias a un cálculo de última hora que a toda velocidad hace el murciélago
antes de hincar el diente definitivamente a su comida.
En ese fugaz cálculo -donde se juega y se
salva la vida a la vez- el murcielaguito utiliza la ecolocación, el tacto y el
gusto. Fueron ocho los quirópteros que participaron en el experimento y a
ninguno de ellos hubo manera de meterle gato por liebre (o ranita venenosa por
ranita inofensiva, en este caso). Incluso intentaron engañarlos al colocar a
ranas túngaras pero cubiertas con una sustancia venosa; pero los murciélagos
apenas las tocaban las escupían a toda velocidad, segregaban inmediatamente –para
curarse en salud- una sustancia en la saliva que servía de neutralizador para
la toxina y así impedían que el veneno causara efecto y les garantizara una
muerte lenta y dolorosa.
Murciélago rechaza a la rana
Intentaron también en el mismo experimento
con sapos venenosos camuflados con una banda sonora que reproducía los cantos
nocturnos característicos de las ranas túngaras; y una vez más los murciélagos,
haciendo gala de su ecolocación y su astucia, se acercaban al sapo y descubrían
rápidamente que el tamaño y la forma de la presa no eran el de la cena que
buscaban, así que seguían de largo. Sin
embargo, todas y cada una de las inofensivas ranitas túngaras que participaron
en la experiencia fueron reconocidas y atacadas por los 8 murciélagos de labios
con flecos.
Murciélago reconoce a la rana y la atrapa.
"Nuestro estudio sugiere que la
evaluación de la presa en el último instante minimiza el coste de los
errores", aseguró un vocero del Smithsonian Tropical Research Institute de
Panamá. Ojalá los humanos estuviéramos dotados de esa misma capacidad para
evitar a última hora que nos metan gatos por liebres.
Una prueba más del maravilloso animal que es el murciélago.
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